martes, enero 10, 2006

Merienda

El vaso estaba servido, en su piel lechosa ella chapoteaba, y daba vueltas y vueltas como una cuchara, fue entonces que la galletita se mojó con la leche blanca. Se sintió muy pesada y débil, sentía como que su cuerpo se partía, pero nada la hizo tan feliz como la sensación de que podía nadar tranquila. Tanto disfrutó ese momento que pareciera que no le importó que una boca hambrienta de un mordisco se la comiera.

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