Inmenso. Iba y venía juguetón, se mojaba los pies, y se asustaba con su rugido. Se acercó callado y en puntitas de pie a la orilla y finalmente logró atraparlo. Abrió la botella y entró furioso en ella, sólo en un segundo la llenó.
-¡Mirá mami, lo que tengo acá...!
Una mirada y un abrazo guardaron sonriente la botella con un pedazo de mar encerrado.
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