martes, enero 10, 2006

El reloj

Veía pasar las horas, todos los días, a todo momento y sin pausa. Nunca descansaba sus bracitos que daban vueltas y vueltas, una vieja fórmula que aprendió de su familia muchísimo años atrás. Sus movimientos eran lentos pero constantes, nunca dejaba de moverse con la perfección que siempre tuvo. Marcaba la hora sin segundos de más, pero un día se puso a pensar que significaba el tiempo en realidad, qué es eso que pasa sin parar y que todo el mundo lo mira para saber que hora es, acaso hay algo que esperan lo horarios de comer, divertirse, salir, volver, vestirse, dormir. En ese preciso momento es cuando se dio cuenta que el tiempo existe aunque a él no le sirve y así se le hizo tarde.



Este cuento fue publicado en el blog Minicuentos. Gracias!

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