La mañana despertaba sobre la cuidad, los edificios se despabilaban con las cosquillas de la nubes que pasaban. Todo era tranquilo y se movía lento, muy despacio aparecía la luz del día, la tortuga de la ciudad comenzaba a caminar hasta que todo de pronto se detenía, el tiempo tan lento y la vida tranquila.
La tortuga llegaba al pasto verde y tierno que tanto le gustaba comer, del lado soleado del planetita donde camina. Con la ciudad desparramada por encima de todo su caparazón generoso, come lentamente hasta que está satisfecha, y después de un descanso es ahí donde nuevamente empieza a caminar, hacia el lado oscuro de su planetita, despacio y lento, paso sobre paso la luz se vas esfumando, hasta se queda a oscuras donde duerme la tortuga, y se hace de noche en la ciudad.
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